El éxito de la nueva ley de educación vasca depende de los docentes

Digámoslo claro, Heziberri 2020 es, a nuestro juicio, una magnífica ley de educación. Una ley necesaria, moderna y orientada a competencias que van a ser fundamentales en nuestros chicos y chicas en un futuro muy cercano. Heziberri 2020 plantea un nuevo paradigma de la educación y parte de la premisa de que lo importante es aprender a aprender, desarrollar las propias habilidades y que cada persona aprenda de una manera diferente, sin que una sea mejor que otra.

No es poca cosa si se viene de un sistema que quiere que todo el mundo aprenda lo mismo y de la misma manera.

Si esta ley se pudiera aplicar en su totalidad y con la profundidad que exige el modelo educativo que propugna, la educación en Euskadi daría un salto cuantitativo y cualitativo espectacular. Estamos convencidas de ello. No sólo eso, sino que se mejorarían otros aspectos clave aunque menospreciados demasiado a menudo: el respeto al niño y la niña, sus ritmos y singularidad, el clima escolar, el trabajo en equipo y el aprendizaje significativo y duradero.

Begoña Pedrosa, decana de la facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de Mondragon Unibertsitatea,  afirma en una entrevista concedida a El País que “es una necesidad transformar el sistema educativo”, entre otras cosas porque va a ser necesario abandonar el antiguo aprendizaje centrado en disciplinas o asignaturas de forma aislada, para pasar a un aprendizaje basado en dotar a los alumnos y alumnas de herramientas para resolver problemas. Pedrosa habla de hacer frente a un futuro plagado de incertidumbres, también en el entorno laboral.

Para la decana, el docente debe dejar de dictar la lección del libro para comenzar a ejercer de “facilitador y acompañante”. La noticia concluye que las experiencias innovadoras en el sistema educativo vasco se restringen a infantil y primaria, mientras que son residuales en secundaria o bachiller. Sin embargo, Pedrosa considera que se puede aplicar en cualquier etapa.

Pero en este caso no estamos hablando de innovación educativa en el ámbito de un centro. Heziberri 2020 es una ley, y como tal de obligado cumplimiento. ¿Podemos decir a día de hoy que se está haciendo cumplir la ley en nuestras aulas? ¿Nuestros hijos e hijas han dejado de recibir explicaciones y de repetir machaconamente los ejercicios del libro? ¿Las asignaturas han desaparecido para dar paseo a proyectos multidisciplinares complejos y conectados con la realidad? ¿La repetición de curso es algo del pasado?

Desgraciadamente aún estamos muy lejos de que todo el claustro trabaje de forma conjunta y coordinada entre materias y entre etapas educativas o de que cada niño y niña aprenda en función de sus propias habilidades e intereses. Es lo que nos transmiten los profesores y profesoras con los que tenemos contacto, las instancias educativas a las que accedemos y lo que corroboran las 400 familias que se han acercado a Osotu y que provienen de todo tipo de centros y de todos los rincones. Nuestra educación no está en eso. Pero era de esperar.

Es imposible cambiar una forma de educar sin que los que deben aplicarla la comprendan, la compartan y sepan hacerlo. Y es que el cambio educativo no va a producirse a menos que cambien las competencias de los docentes. Por eso la formación del profesorado en la nueva educación no puede ser una cuestión voluntaria. Es simple y llanamente ineludible, y en Osotu lo sabemos. Por eso nuestros futuros docentes se preparan mes a mes desde hace más de un año. Y no hablamos de gente sin experiencia: están en activo y tienen una amplísima trayectoria en el aula. No es por gusto, es una absoluta necesidad, y ellos y ellas lo comprueban en cada sesión.

Aplicar Heziberri 2020 con todas sus consecuencias es extremadamente difícil para el profesorado y necesita prepararse adecuadamente. Por supuesto esto también incluye al equipo directivo, y ahí estamos nosotras para aprender de primera mano, coordinar y apoyar a nuestros docentes en la difícil tarea que se nos viene encima: cambiar la forma en que aprenden nuestros hijos e hijas; o, dicho de otro modo, aplicar la ley.

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